Lollapalooza Chile 2013 – Domingo (parte 3 y final)

Lollapalooza 2013 domingo

 

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Levantarse el domingo fue del terror. Ya no quedaban fuerzas para nada (y pensar que las malas lenguas dicen que el próximo año el mambo va a durar 3 días). Pese al cansancio, partimos nuevamente al Parque O’higgins en busca del cierre de este Lollapalooza Chile 2013. Llegamos tarde, según lo planeado, y nos perdimos la mitad de Russian Red (después de que me quitaran en la entrada mi botellita personal llena de juguito rico de durazno).

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La niña de Russian Red se ganó al tiro el premio a reina del festival. Linda voz, lindo acento (eshpañol coño joder tío), simpática amorosa, buenos modales.

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Lourdes, la cabra tras este proyecto musical, abrió el Polystation Stage muy tempranito (medio día) y con dulces y bellas canciones nos refrescó un rato, haciéndonos capear el brígido sol que había a esa hora. Su suave voz te hacía olvidar que no pusiste suficiente bloqueador en tu cuello y que más tarde lo pagarías con un bronceado fascinante, súuuuuper fascinante.

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Lo que viene es Toro y Moi, pero aún falta media hora, así que nos vamos a pasear y descubrimos una leserita donde te metes a unas duchas y te sacan una foto. Dice redcompra por todos lados, pero en ninguna parte dice que es pagado. Hicimos la fila, inocentemente, con ganas de jugar un rato, cuando nos para la niña encargada y nos dice que tenemos que pagar cien pesos con redcompra. Sé que pueden ser súper útiles las tarjetas y blablabla ¡pero las odio! así que agarré de un ala a la fotógrafa Murielyn (que tenía su cámara muy bien protegida con unas bolsitas ziploc que nos habían dado en la fila) y nos fuimos en señal de rechazo a las tarjetas, al capitalismo, a Estados Unidos, Piñera y la guerra en Bosnia.

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Volvimos rápidamente al Polystation Stage (lugar del cual no debimos haber salido) para acercarnos a la reja más cercana al escenario. No hay mucha gente pero eso se revierte en pocos minutos. Aparecen los esperados Toro y Moi en escena.

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El vocalista que es un loco moreno de ojos chinitos y con un afro se sonríe a cada rato, canta y se menea al ritmo de los beats pegajosos de su banda. El bajista le pone, y en verdad todos los cabros del grupo. Ahí es cuando nos llegan temazos como “New Beat”, “Still Sound” y todos nos ponemos a bailar. El sol está jarcor pero da lo mismo. La fiesta del domingo ha comenzado.

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La presentación de Toro y Moi se hace cortita pero a mi parecer han cumplido con creces. Nos dejan con gusto a poco, pidiendo más. Y NO HAY MASH!

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Corrimos como locos para llegar a ver al Mago Oli (nos fuimos caminando no más, igual un poco rápido) en Kidzapalooza. Cuando llegamos ya se había ahogado de nuevo en el tarro de leche así que niunbrillo. Nah, tenía harto público, estaban todos sentados mirando sus trucos. Nosotros nos pusimos súper cerca y le cachamos todos los secretos así que igual bacán. Al final, hizo nevar como el Joven Manos de Tijeras y todos aplaudimos. Mago Oli Headliner el próximo año. ¡Fijo!

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Nos movemos por los caminos lollapaloozescos para llegar al Cola Lider Stage que ya suena Keane. A estos cabros los vi-escuché en esa versión chilena del VIVE LATINO hace varios años atrás, y en verdad esa vez me aburrieron un poco. No es por nada pero lo volvieron a hacer. Nos fuimos a sentar al pastito, a comer unos sanguruchos y a cantar el repertorio de Keane que es imposible no saberlo. Lo que pasa es que se trata de una banda con un pop poco prendido (con algunas excepciones), pero igual son buenos po. Quizás influyó todo el cansancio acarreado hasta ese momento.

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La cosa es que nos fuimos parando para ir a ver la presentación de Cachureos en el Kidzapalooza. Leyeron bien, fuimos a Cachureos. No había tanta gente como para 31 minutos el año pasado. Nos metimos bien adelante y llegamos con esa canción que dice “haga pipipi, haga pipi por favor”. En el escenario andaba el Gato Juanito, el Epidemia (que tenía rara la cara, se había fumado algo parece) el Chester, el Conejo Wenceslao o como sea, y el Cabezón Marcelo que la verdad, está harto viejo.

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En la banda de apoyo alcancé a cachar al baterista y bajista de Astro, y otras estrellas más. Las canciones sonaban bacán. “La mosca” fue la mejor a mi gusto. De pronto, el Marcelo anunció al Tiburón. Igual me dio miedito un poco. El tema es que sacó a un cabro chico del público y lo hizo tirar la cuerda contra el Tiburón que se lo terminó comiendo. Marcelo lo salvó y le regalaron una polera.

Los que estábamos ahí y pensamos que habíamos presenciado algo terrorífico, nos equivocábamos rotundamente. Marcelo anunció al Zancudo Draculón que salió a cantar y bailar vestido de un traje en plan Locomía. Fue tanto el entusiasmo del zancudo que de repente el ojo izquierdo se le cayó al suelo. Todos gritaron horrorizados por la escena, pero la música siguió. Marcelo le recogió el ojo pero ya no había nada que hacer, la escena traumática ya estaba instalada en los cerebros de los niños.

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Apareció el Pollo, el señor lápiz, el Chancho Man y las chicas Yeye. Está demás decir que Murielyn se juraba chica Yeye y que se sabía bien las canciones. Todo terminó con el opening de Cachureos y salté como si fuera Pantera, Slayer o que se yo.

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Nos fuimos de nuevo al Polystation para ver a Foals, chiquillos que ya había visto teloneando a los Red Hot Chili Peppers, desde la cancha del Monumental.

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Estaba repleto de gente. Nos metimos entre medio, en verdad es Murielyn la que se mete y yo la sigo, ella tiene el talento divino. Nos pusimos a saltar y bailar con ese ritmo frenético que ofrece Foals en sus canciones. Es ese mismo rock que nos entregó el sábado Two Door Cinema Club, pero mucho más tosco y despeinado. Ambas bandas invitan al baile, pero en Foals encontramos más euforia y desorden.

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En la última canción nos trasladamos al Cola Lider Stage para ver a Franz Ferdinand, un plato fuerte con sabor a Headliner anticipado, ¿no creen ustedes? Así lo demuestra la enorme multitud que nos espera, cuando ya suena “The Dark of The Matinee”. Nos quedamos atrás pero está fome. La fotógrafa está cansada y renuncia (mentira, pero casi) dirigiéndose a las praderas. Yo me meto más en la marea de gente, mientras pasan temones como “Michael”, “Walk Away”, “Take Me out”, “Ulysses” para ir cerrando todo con “Outsiders” y esa estupendosa versión donde todos los integrantes de la banda le dan duro a la batería.

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Se van, pero ojo, ¡alarma de encore! Vuelven para sorpresa de muchos y lo hacen para cantar mi favorita. Ahí dejé la cagá. “This Fire” y no paré de saltar jamás. Un final perfecto para una presentación terrible on faya.

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Me voy en busca de mi fotógrafa estrella, ¿¡dónde estás!? ahí la pillo sacándose los mocos. Le digo oye te invito unas terribles picsas. Me dice “voh dale”. Así que mientras la masa se mueve hacía A Perfect Circle, nos dirigimos a los stands de comidas a ver el menú del día. Las terribles picsas se convierten en un peazito de picsa semicaliente (expectación – realidad), pero igual estaba buena.

La obra se llama “gastar los tickets” y nos vamos al puesto de los bebestibles, donde está repleto de gente. La niña que nos atiende nos dice que si nos podemos servir nosotros mismos y nos pasa la botella de Vital y la bebida en lata. Murielyn me dice “CORRE WEON OHHH” y salimos volando engañando a la niña que creyó en nuestras caras de niños buenos. JÁ! ILUSA! Nos sentíamos terrible malos con una botella en nuestras manos. En la entrada nos quitaron una, ahora nosotros les quitábamos una. MIRA DE QUIEN TE BURLASTE VOS.

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Nos levantamos del pasto para tomar rumbo al Alcatel Stage. Se presenta un rapero llamado NAS, que al revés es San. Okei. Nos metimos por la platea baja y ahí nos quedamos sentaditos mirando cómo el tipo manejaba al enorme público presente a su antojo. Un capo. El sonido era chacal y yo pensaba “este loco debería tocar con una batería, así sonaría más la raja”, cuando de repente el humo se desvanece y veo que tiene un baterista. ¡BRPS! Es que loco sonaba la raja. Las percusiones en vivo le daban el toque maestro al show, y de verdad que Nas me gustó caleta por eso. Igual nos fuimos, no recuerdo si terminó antes que nos fuéramos o no, pero nos marchamos en busca de gastar los últimos dos tickets. Un completo italiano fue una buena opción y de hecho no nos duró nada.

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Me faltaba decir que el camino de las comidas al Alcatel Stage pasamos por Deadmou5 y lo encontré bastante fomesito. Las visuales eran chacales eso sí.

Nos acercamos al Smartcom Stage para esperar a The Black Keys, los cabros buena onda que vienen a cerrar el boliche. No pasa mucho rato para que el lugar se llene, pero tampoco así apretao, igual teníamos harto espacio para respirar y para practicar el capoeira que tanto nos gusta ensayar en medio de la multitud. Nos pusimos a hacer yoga, practicamos la voltereta invertida y hasta armamos un partido de boleibol. Guardamos la red, la pelota y todo lo demás porque el señor baterista y el señor guitarrista ya aparecían en escena.

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Yo llegué hace muy poquito a la discografía de The Black Keys. Debo admitir que soy un fan aparecido, de esos que mucha gente odia porque dicen “ay yo los escucho desde el inicio” y BLABLABLA. Rápidamente las canciones de este dúo me convencieron de que este show prometía caleta. Y las promesas se cumplieron en un ochomilporciento. Porque The Black Keys mostró lo mejor que tienen. Esos riffs, esos arreglos de la vieja escuela, esos sonidos, esos cortes, esos cambios, esas guitarras, esos tambores, todo era una maravilla casi soñada, una perfección hecha posible.

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Los momentos más altos fueron en verdad el setlist completo pero sobre todo el hit “Lonely Boy” que puso a bailar al Lollapalooza completo.

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La banda se retiró del escenario, sin mucha interacción, pero no importaba, toda la conexión había sido a nivel melodías y armonías y eso no lo hace cualquier banda cabros. Las palabras sobraban, lo que queríamos era el ritmo. Y lo tuvimos.

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La fiesta se cerró con nuevos fuegos artificiales, esta vez,  con un aire melancólico que nos decía “hasta la próxima”, esperando desde ya la invitación a Lollapalooza 2014. Por mi parte, yo sentía un sabor dulce y triste porque esta hermosa fiesta llegaba a su fin, y al otro día había que poner la cara en la pega como todos los días del año. La música en vivo tiene esa cosa especial que te hace olvidar todo. Y ojalá viviéramos en un concierto eterno.

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(Texto por Tillo / Fotos por Murielyn).

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