(Fotos por Javier Escobar Valdenegro / Texto por Catalina Paz).
Me gusta creer que existen ciertas manifestaciones “cósmicas” o “energéticas” que están detrás de las coincidencias. El Jueves fue un día más o menos así. Me junté con el Tillo y el Jaque a eso de las 21:00 horas para hacer la previa al Lanzamiento del EP “Señoras” en físico (Piloto, 2016) de Los Valentina.
“Los Chinos”, anfitriones incondicionales de nuestras reuniones justo esa noche no abrieron. Así que nos encontramos en Católica, muertos de frío y hambre para pensar qué podíamos hacer. De flojos y porque concluímos que en Bella estaría todo mojado, entramos a un local en plena Alameda para pasar el rato. Frotándonos las manos de frío y con ganas de que hubiese al medio una estufa gigante, pedimos unas cervezas y un plato de papas fritas con kétchup. Estábamos de lo mejor, en pleno disfrute del cahuineo e historias NatGeo Wild cuando nos percatamos que quienes nos atendían y acompañaban eran puras señoras. Y sí, nos reímos un poco y como que no lo creímos pero chiquillos, tal vez fue una cuestión tonta aunque súper emocionante para mí. Me fijé que todo ahí adentro lo ejecutaban ellas con sus propias manos (y bueno, un ayudante de cocina que parecía ser amigo), los pedidos los tomaban ellas que también armaban la comida y la servían tiernuchamente. Las vi preparando un pan con mantequilla mientras tomaban tecito cerca de la caja. ¡Qué mejor escena para empezar la celebración de un disco, que habla precisamente de ellas, las señoras!
Partimos contentos a la tocata y puntual para no perdernos nada. Al aterrizar en el segundo piso del Centro Arte Alameda, estaba ya Niña Tormenta abriendo con su Ukelele y música tranquilita. A mí me encanta la Tiare porque me pone introspectiva y nostálgica y me dan ganas de Domingos en casa, con lluvia, tele y todo simple sin extravagancias. El lugar parecía estar sumergido en el eco que se forma tras los versos que entona la Tiare. Algo de su trabajo me hace recordar de repente a Violeta Parra, y eso me lleva a cuestiones de la infancia donde los personajes insignes fueron grandes señoras. Y entonces me hizo sentido ver a Niña Tormenta ahí, ayudando a armar la ocasión.
A Lía Nadja era primera vez que la apreciaba en vivo. Su música que oscila entre sentimientos oscuros y revelaciones, parece ir de la mano con su estilo sobrio pero intrigante a la hora de estar en escena. Me quedé con una sensación de máxima honestidad, como si cada estrofa, gesto y movimiento reflejasen a la Lía toda, desde lo más temible a lo más traducible. Algo raro pero bonito no lo puedo explicar muy bien.
Después de haber estado muy entrometida en mí, me acordé de los chiquillos jeje y nos juntamos para recibir a Los Vales. Pegados como sardinas, felices porque ya no hacía frío y había una ondita de baile, de festejo y cariño bueno, nos quedamos expectantes hasta que las estrellas de la “noshe” tomaron posiciones.
Estoy casi segura que empezaron con un tema nuevo (si alguien conoce el nombre cuéntennoslo) que todos escuchamos con harto respeto sí. Luego, no sé si vino otro nuevo o “Señora 1” que fue coreada con ganas y sandungueo. Después vino “Antes de Dormir” y a pesar de lo piolita del tema yo estaba re inspirada, cantando a todo chancho igual que el Joaquín de Paracaidistas con sus aullidos apañadores que llegaban de cerca. Siguieron con “Alguna Solución” y un cover que sólo lo tocaron como enfatizó no sé si con amor u odio u ambas la Vale (voz y guitarra) porque el Leo (guitarra) lo pidió. Tremendo cover po: “Everybody’s got to learn sometime” de The Korgis, que en realidad la conozco gracias a Eterno Resplendor de una Mente sin Recuerdos versión Beck y que fue una de las primeras pelis románticas que me hizo llorar y caer en el agujero de la depresión.
Con “Señora Civilizada” me emocioné. Hasta cuando la escucho en la micro me pasa porque recuerdo a mi mamá y su vida. Entonces cuando aparece el no lo intento uh oh oh se apretuja mi corazón entero porque yo tampoco lo hago. Estaba ahí saliendo del trance pena que me provoca esa canción, cuando escuché que estaba el Pablo Gálvez apañando como quinto integrante. Es que soy muy chica nunca veo todo el escenario y eso que éste era ínfimo. En “Serpientes” me fijé en varias cuestiones más del contexto: Mico toca la batería como gato, en el techo estaban pasando fotos, ¿el Robert (bajo) es zurdo?, y pucha ya se estaba acabando…
Y sí, porque vino “Danza de la Lluvia” donde se armó un bailoteo aseñorado pero muy bueno mientras el show comenzaba a despedirnos. Alguien me prestó propóleo que estoy resfriada dijo la Vale con ese resto de abuelita en cuerpo joven. Porque el Propóleo es muy receta de señora que se automedica y es machi de toda la casa ¿o acaso no? Cerraron con una canción nueva, NN por ahora, pero muy comprometedora. La estrenaron en Remolienda hace poquito. Fiel al estilo relajado pero potente de la banda.
La celebración estuvo entretenida y muy ad-hoc a lo que transmiten los chiquillos con su estilo y presencia. Se notaba que el público re-harto que llegó a verlos escondía amigos, compañeros, seguidores y descubridores comentando lo bacán que es el “Señoras”. El arte del disco que pude comprarlo ese mismo día, la embarró pa’ bello, con las bolsitas de té en fondos típicos de una escena donde habita la señora que todos tenemos, portamos, recordamos y por la que nos apenamos de vez en cuando. Es una ambivalencia tan grande en mí al menos porque muchas señoras me han salvado la vida, me han entregado herramientas para entender parte del mundo con otros ojos, volcados a lo místico, lo supersticioso y lo popular. Pero por otro lo defectuoso y abusivo de su lugar, como herida histórica, donde lo patriarcal y machista han hecho lo suyo. Independientemente rescato la valoración ambivalente de la “señora”, que dentro de todo puede pensarse como un personaje que resiste, y que al menos yo abogo a mirar mucho más allá de su estereotipo como mero instrumento pa’ reírse y ya.
Más encima todo coincidió, algo se alineó y quiso que esa noche fuese realmente conmemorativa. Desde que nos sentamos a comer-tomar en el Local de Católica hasta que llegué a casa y recordé que se cumplían varios años desde que mi tía abuela y más Señora ever partió quizás a donde, y que por ella aprendí a querer las plantas, a hablarles para que crezcan sanas, a poner bolsitas de té como abono en los árboles del ante-jardín, a que la miel con limón alivia el dolor de garganta, a hacer cosas artesanales para vender en la feria, a entender por qué los matinales son tan malos y venden la pomá tan bien, a tantas cosas que Los Valentina con este EP me ayudan a recordar. Me declaro enamorada de ellos y de mis señoras por siempre.
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