(Texto y fotos por Francisco Guerra Galaz)
Este 23, 24 y 25 de noviembre se realizó la Feria Pulsar en la Estación Mapocho, tal como ocurre desde el 2011, y yo fui el segundo y tercer día. El calor, el sudor, el agua, los escalofríos y la intensa emoción que sentí en ciertas presentaciones, marcaron mi fin de semana.
La verdad es que cuando salió el programa de la feria no me motivó tanto. El viernes no me gustó nada del itinerario, así que no fui. Además tenía clases y quería huir lo más posible del insoportable calor santiaguino. El sábado, por el contrario, me encantó. “Voy a estar todo el día allá”, pensaba, quería mucho ver al Gianluca, a la Yorka, a los Niños del Cerro y la Yaney. El domingo, en cambio, sólo me interesaban Gepe y Javiera Mena, los másmás grandes.
El sábado partió mal, eso sí. Salí de mi casa en La Cisterna a la hora perfecta para llegar al conversatorio de la una, y todo habría estado bacán si no hubiese olvidado mi pase sobre el velador… o que me hubiese dado cuenta antes de llegar a Cal y Canto. Filo, me devolví, me puse la pulsera y partí otra vez, bajo el sol que pegaba en la Gran Avenida, al metro. Llegué antes que partiera Yorka, así que pude pasearme un poco y después bajar a la Sala de las Artes.
Abajo no había tanta gente. “Los precisos”, dirían algunos. Mejor igual, así se podía respirar un aire relativamente fresco. Con canciones como “Rinoceronte”, “Paseito”, “Miedo” (donde se sumó Dulce y Agraz a las voces de las hermanas Pastenes) y “Cae”, las de San Bernardo dejaron la patá en su primera presentación Pulsar-ezca, incluyendo el momento en que recordaron el asesinato de Camilo Catrillanca hace algunos días en la región de la Araucanía.
Un par de horas más tarde, y con una fajita, un jugo natural y varias botellas de agua en la guata, estaba listo para ver a Yaney tocar su “1992”. Los técnicos parecía que no. Al cabo de un rato, la ex bajista de El Cómodo, empezó con su presentación, logrando que varios menearan su cabeza al son de los temas que componen su primera placa.
De la Terraza Pulsar 1 a la 2, crucé a ver al joven de dientes separados y, ahora, pelo anaranjado. En formato reducido -sólo TytoKush y Franco Perucca acompañaban al Gian-, el trapero la rompió y refrescó un poco la tarde sabatina -que llegó a los 32ºC- que disfrutaban varios en el Pulsar. Las pocas canciones que interpretó fueron coreadas palabra por palabra y perreadas dembow tras dembow.
Más a la noche, con el viento que refresca un poco los días, los Niños del Cerro, que venían de una gira por varios países latinoamericanos (México, Perú, Argentina) se subieron al escenario a mostrar casi puras canciones de “Lance”, el segundo de la banda floridana y uno de los últimos lanzamientos de Quemasucabeza. Mientras tocaban la canción más larga y que da nombre al disco, sonó un audio donde Matías Catrileo, asesinado durante los primeros días de 2008, se refería al conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado chileno.
El plato fuerte de la noche era Alex Anwandter, aunque no estaba en el programa original. La sorpresa se supo un día antes y, según mis fuentes, fue porque un miembro de López se accidentó e imposibilitó la presentación de la banda. “Salimos ganando”, decía yo. El anuncio del ex Teleradio Donoso en la sala de abajo opacó las presentación que le sucedían.
El espacio subterráneo de la Estación Mapocho parecía una una olla a presión. Apenas pude entrar -según mi fuente, es la primera vez que cierran la Sala de las Artes porque se superó al capacidad del lugar-, pero cuando llegué a un lugar cómodo, sentí algo especial. No sólo fue porque -creo- era la primera vez que veía al también director de cine en vivo, sino porque la intensidad con la que presenta su show es impresionante.
Sentí escalofríos. No eran por miedo, como dice la RAE que se producen, era una sensación de hype mezclada con nostalgia y admiración hacia Alex. Las canciones de su antigua banda, del “Rebeldes”, del “Amiga” y del recién presentado en sociedad, “Latinoamericana”, se metían en mi sangre y me hacían vibrar de una forma que no podría explicar. La intensidad que atacaba mi cuerpo hacía que olvidara las gotas de sudor que recorrían mi frente y sonriera como quien mira a su persona. Sin duda hay que hacerle caso a lo que dijo el Bronko Yotte en sus historias sobre la actuación Anwandter: “Hay que aprender y tomar nota de los más grandes”.
El domingo, como les dije, sólo me importaba ver dos presentaciones. Las últimas de la Sala de las Artes, de hecho: Gepe y Javiera Mena. Llegué en la tarde, cuando ya no hacía taaaaanto calor. Cuando terminaron de montar el escenario para que don Daniel Riveros comenzara su show, ya estaban cerca de diez minutos retrasados, pero eso no importó.
Apenas Gepe golpeó su batería, un escalofrío como el del día anterior, se paseó por mí y me hizo sonreír. De pies a cabeza las percusiones y el canto me hicieron recordar una de mis primeras tocatas. Gepe en la Cúpula del Parque O’Higgins el 2014 junto a uno de mis mejores amigos. Con camisa blanca y pantalón negro le daba al bombo, la caja y los platillos de una manera que no veía desde Taller Dejao en el Neutral 2018. Ah, era él mismo. Con razón. Este es otro grande que valió la pena ver y del que hay que tomar nota y aprender lo que más se pueda.
Terminó el show y pa cerrar la Feria Pulsar de este año estaba Javiera Mena con su recién estrenado “Espejo”… o esa era la idea. Pero el computador, esencial en las presentaciones de La Joya, no quiso que la celebración terminara así. El show se retrasó más de veinte minutos y obligó que la banda se enfocara en composiciones que no dependen de los elementos electrónicos.
Entre disculpas, tallas y canciones antiguas como “Sol de Invierno” y “Cámara Lenta”, la Mena sobrellevó la “incómoda” situación y demostró que no sólo los números la avalan como una estrella, sino que también su profesionalismo. El mal rato se pasó luego, cuando, con todo solucionado, partió “Espada” y a mí me volvió el sentimiento que me provocaron dos de sus compañeros generacionales. Así, como cuando la vi en la edición 2014 de la feria, bailé como si no hubiera un mañana y disfruté de las composiciones de una de las mujeres más importantes en la música chilena.
El calor, uno de mis peores enemigos, no pudo opacar mi experiencia en la Pulsar 2018. Tampoco los errores y contratiempos técnicos. Por el contrario, me quedo con que tres de los nombres más relevantes de la industria musical del país se merecen, con creces, su lugar en la historia.
2 respuestas
Lo de Alex estuvo increíble y es primera vez que lo veía en vivo también. Increíble.
Yorka en verdad es segunda vez que se presenta en la Feria, en la del 2016 también estuvo, en uno de los escenarios de afuera. Para ser más exactos en el mismo que se presentó Gianluca.
Lo único que me hace ruido al final de cada Pulsar, es si al final tiene sentido como Feria, o es un festival más y ya. Creo que en general la gente va a ver los shows, pero el resto de cosas pasan casi inadvertidas. Al menos es lo que siento después de haber ido por 5ta vez.
¡Toda la razón! Gracias por corregir la info, un abrazo 🙂