Sonic Youth es un nombre difícil de ignorar en la historia de la música universal. Sin duda fueron un referente indiscutible para muchas bandas locales, quienes en más de alguna oportunidad los han mencionado como una importante influencia. Gabriel Holzapfel de Adelaida y Álvaro Gómez de Guiso/Perrosky lo dejaron bastante claro cuando les preguntamos sobre su opinión.
“Ellos abrieron una puerta en lo que a música y estética respecta porque me enseñaron a ver la suciedad dentro de la música como un valor o una propuesta”, nos cuenta Gabriel, baterista de la banda porteña que hace poco se llevó para su hogar el galardón a “Mejor Artista Rock” en la reciente entrega de los Premios Pulsar. Por su parte, Alvaro agrega “Claramente fueron una banda única, hicieron honor a su nombre al revitalizar el rock como una de las grandes expresiones de arte del mundo moderno”.
El grupo visitó Chile el 2009 y luego el 2011, mismo año en que pusieron fin a su historia. Ambos shows guardan recuerdos imborrables en nuestros entrevistados. Gómez vivió de muy cerca el regreso de Sonic Youth a nuestro país, ya que su banda Perrosky compartió cartel con los neoyorkinos en lo que fue el Maquinaria Fest de ese año. Sobre aquella experiencia él nos cuenta: “Esa vez no fue tan intensa como la primera vez que tocaron en Chile. La banda se veía más desconectada y definitivamente se sabía que las cosas dentro del grupo no andaban bien. Creo que me quedo con la primera vez que los vi en el Movistar. Cómo olvidar el comienzo del show donde Ranaldo y Thurston Moore cruzaron sus guitarras en el aire al final de ‘Teenage Riot’ , una total declaración de principios”.

Gabriel también recuerda la interpretación de esa canción en el 2009 con una particular anécdota: “Yo era un cabro chico fanático de la banda. Me acuerdo que nos fumamos un caño gigante y me perdí de mis amigos hasta que terminó el concierto. Luego entre la multitud me daba lata estar solo, pero cuando empezó ‘Teenage Riot’ se me olvidó todo y me la bailé completa”.
Una figura dentro de la agrupación estadounidense fue su baterista Steve Shelley. El músico llegó el año 1985 a la banda y se mantuvo en sus filas hasta la disolución del proyecto. Sobre su técnica en las percusiones sus colegas nacionales le dedican comentarios de admiración. “Podría decir que las baterías de Steve fueron un referente para mí. La gran lección que aprendí de él es el control de dinámica e intensidad , el uso de los toms como gran parte de esto. En los momentos más densos y ruidosos de las canciones él logra apoyar e intensificar desde su instrumento. Es free jazz, pero con una mirada desde el rock y el punk. Y en los momentos mas etéreos su aporte es casi sinfónico. Por otro lado los cambios de velocidad y dinámica son geniales, creo que es uno de los grandes de la batería”, declara Alvarito.
“Más que una escuela para mí es un referente en términos de estilo: es un tipo que se destaca no porque haga redobles increíbles o patrones complejos, no es de riffs de baterías, si no que brilla por su astucia para saber acompañar: eso es un arte. Es un músico que sabe esperar su momento, que logra amalgamar el poder de una canción con algo tan simple como un pattern bombo, caja hi-hat. Adoro esa capacidad de agachar el moño del ego y remitirse a tocar lo que la canción te pide. Es un buen ejemplo de camarada musical. Toca con respeto a la música y brilla por eso”, afirma Gabriel.

“Es bastante poco lo que he escuchado de Riviera Gaz, pero me parecen interesante aunque no me sorprende en cuanto a sonido, de alguna manera positiva te podría decir que es predecible, fiel a su estilo y que estoy esperando a ver el show en vivo. Son bandas que tienen una rica energía de show. Para nosotros es un tremendo honor abrirles acá en Santiago, un pequeño sueño cumplido. Nos llena de orgullo y nos da ese pinchazo de energía y esperanza. Lo tomamos con humildad y alegría”, nos dice Gabriel sobre la participación de su banda en el evento junto a Riviera Gaz.