(Texto por Domipau // Fotos por Jennifer Ramos)
Me gusta cumplir mi palabra. Fue a fines de marzo que, leyendo la entrevista que el mismo Diario le hizo a Lean Bravo, me puse a chatear con él y le dije que si tocaba en Chile yo escribiría sobre su tocata. Fue todo bien loco, leí la entrevista en un bus de Viña a Santiago y comenté “Wena que bacan! Él iba en mi colegio!”. Al rato ya estábamos chateando y poniéndonos al día como si fuéramos amigos que no hablaban hace mucho; pero en verdad éramos dos desconocidos que nunca en la vida se habían hablado en el colegio.
Ad portas de despedir el 2017 me dirigí al Centro Cultural El Corral para el show de Lean Bravo con banda completa. La cita era temprano y aun así El Corral estaba a tope; qué lindo debe de haber sido eso para Lean. Puedo imaginar que debe de haber sido una sensación similar a celebrar el cumpleaños, donde ves a mucha gente querida y todos te saludan con mucho cariño. Como buen festejado, Lean se acercó a saludar a los asistentes antes de empezar el show. Fue gracioso porque nos saludamos con un rico abrazo de amigos y al segundo siguiente Lean me mira con una cara que me hizo pensar “Sabrá quién soy? Se habrá confundido?”, pero al instante me dice “Creo que es primera vez que nos vemos en persona”. Asentí y nos reímos.
La noche comenzaba con una presentación de Martín Berríos, seguido por Martina Lluvias. No conocía a ninguno de los dos y fue una grata sorpresa. Me sentí flojita por quedarme atrás en los nuevos sonidos nacionales, pero al mismo tiempo agradecida de tener la oportunidad de conocer nuevos artistas chilenos. Creo que es una de las cosas que más extrañaré de Chile cuando me vaya.
El momento llegó y Lean Bravo se subía junto a su banda al escenario. Partía con The Cat Inside The Wall, tema con un marcado soul que rápidamente subía la temperatura del lugar (aún más); seguido por The Last March, dejando atrás los pasitos de baile para tomar la guitarra. Se tomó un minuto luego para saludar y presentar la próxima canción. La emoción se sentía en el lugar. Es que cuático estar de vuelta en tu país y poder hablar en chileno; cuático hablar de que la canción la escribió en Plaza Ñuñoa después de hacer la cimarra, cuático hablar de que una mina te pateó y cuático hablar del weón y la wea y que (después de cuatro años) al fin todos te entiendan.
El estar de vuelta en Chile también fue la oportunidad de darse ciertos lujitos como poder hacerle un cover al gran Jorge González y contar que cuando chico tenía una cassette de Los Prisioneros y escuchaba una y otra vez Tren al Sur. O compartir escenario con una talentosísima amiga de la adolescencia y entonar El Duelo de La Ley. Qué bonitos momentos nos entregaste Lean, recordando clásicos del cancionero nacional. El que no cantó alguna de esas canciones en una fogata es porque miente o porque nunca estuvo en una fogata.
Después vino Good Love, su canción más conocida o, como dijo él mismo, la menos desconocida y siguió con The Journey. Lean nos contaba que la canción tenía un poco que ver con su viaje a Alemania, con perderse y encontrarse. Me sentí muy identificada con todo lo que se me viene porque en una semana me voy a Atlanta con un pasaje sólo de ida, tres maletas y muchos sueños. Hay canciones para todos los momentos y quizás The Journey será de mis canciones sobre irme de Chile.
La noche siguió con su último single Fearless y canciones nuevas como Luna Park y mi favorita: Moonlight. Es que Moonlight tiene un ritmo rico bailable y una coquetería que me hacen pensar que es perfecta para jotearte a alguien ya sea que esté al lado tuyo o al otro extremo del lugar y mirarlo con descaro sonriendo. Cabe mencionar también a la gran banda que acompañó a Lean en el escenario, que tuvo poquísimo tiempo para preparar todo pero el talento de cada uno hizo parecer como si tocaran juntos hace años.
Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, nos decía Mercedes Sosa. Fue una noche cargada de emociones y eso fue algo que no pasó desapercibido para nadie del lugar. Encontrarse con amigos, con familiares, con gente nueva y contar tallas sobre el Manjarate y otras cosas chilenas, todo eso enmarcado en mostrar lo que más te gusta hacer: tocar tu música. Aunque ya vuelvas pronto a Alemania, nunca es tarde para decirlo: Bienvenido a casa Lean Bravo.