(Fotos por Diego Gallardo – Catalinna Paz / Texto por Martín Pérez Roa).
Nunca había tenido la oportunidad de ir a un concierto con el fin de escribir sobre el mismo, así que la noche del jueves 6 de octubre fue una noche especial.
Llegamos cerca de las 11 de la noche, me atrasé haciendo unas leseras en mi casa y no pudimos llegar a escuchar a Ayeaye. Lo que sí pudimos presenciar al hacer la cola para entrar fue ver a un chiquillo molesto porque no lo dejaban entrar con la entrada que tenía en la mano, que le acababan de pasar unos metros más atrás y que decía claramente FOALS. Quizás haya estado perdido en el espacio-tiempo o quizás no le importe la música, me gustaría pensar que es lo primero.
Ratatat partió con una intro muy extraña y su nombre, que estaba escrito en la pantalla ubicada en la parte posterior del escenario, envuelto en pirotecnia. No los entendí, me causaron el mismo ruido que me causa el Audio, Video, Disco de Justice. Tenían momentos hermosos, pero había algo en la guitarra distorsionada (con un RAT? se llamarán por eso ratatat? no es por el pokemón?) haciendo melodías épicas y heavy metal que me recordaban al OST de Sonic, lo que volvía muy complicado aprehender su música. Pero conquistaron a su público, al final uno podía ver a muchas personas disfrutando lo que sonaba desde el escenario. Por algo están fichados en XL records.
Después vino lo que queríamos escuchar con mi amigo, Matías Aguayo. Estábamos descansando del calor y tomando “aire” en la entrada de la Sala Omnium así que no llegamos al exacto inicio del set, pero cuando bajamos estaba en pleno sucu-tucu y de ahí no nos movimos hasta que terminó. Hay varias cosas que me gustan mucho de Aguayo y siento que en esta oportunidad pude corroborar lo que pienso: el loco es seco. Además de invitar al perreo y no darle lo que quiere al amigo que estaba perdido en el espacio tiempo, la música que hace y pincha es muy diversa. Todo esto sin mencionar como baila, ya quisiera yo tener su edad y moverme así.
Lo del baile no lo digo porque sí, sino que siento que el moverse como él lo hace es una especie de declaración de principios y aceptación de latinidad en un contexto de música electrónica que tiende a cuadrar el ritmo y los movimientos de quienes están bailando. Si se escucha con detención la música de Matías Aguayo, creo que puede entenderse lo político que tienen sus ritmos.
La noche del jueves reflexioné sobre todo esto mientras bailaba al ritmo de Don Matías Aguayo y aproveché de disfrutar como las expectativas de todos esos viajeros espacio-temporales se frustraban cuando no estaba el drop que esperaban escuchar.
No pude quedarme a Sanfuentes, era día jueves y no se dieron las condiciones. Gracias a Pepe jeans por la invitación.