Querido Diario: Niño Cohete y su máquina del tiempo

20161117_231955

(Foto y Texto por Domipau).

Niño Cohete se separa y como que recién hoy me pegó el alcachofazo. Ayer lo leí en el fanpage de la banda, en los medios de música chilena, incluso lo comentamos con amigos, pero como que recién ahora le tomé el peso.

Niño Cohete es de esas bandas que me hubiese encantado haber conocido antes. La primera vez que los escuché fue sapeando una playlist de Spotify de un niño que me gustaba. Tenía una lista llamada Relax en la que incluía La Muerte y El Bosque. Eso fue a mediados del 2014; me gustaron, pero en verdad no les puse tanta oreja. Fue recién a principios del 2015, unos días antes del MFest, que me decidí por escucharlos con atención. Fue algo así como un amor a segunda escucha. Recuerdo que mi favorita en ese momento era Cazando Lagartijas. Me hacía pensar en una persona a la que le tengo mucho cariño, pero que nunca quise como él esperaba que yo lo quisiera. No sé por qué me recordaba a él, quizás por ese tono tan cálido y la ternura que evoca la canción. Más de alguna vez le mandé un audio de Cazando Lagartijas cuando vi a los Cohete en vivo (igual bien maricón de mi parte, niños, ustedes no lo hagan).

No sé si habrá sido por el disco nuevo, porque conocí a miembros de la banda o porque formé un grupo de amigos donde a todos nos gustaba la banda… pero Niño Cohete fue una de las que marcó mi 2016. Fueron una de las bandas que más veces vi en vivo y una de esas veces fue la celebración de mi cumple, en Loreto. Esa tocata/carrete está dentro del top3 del año (y quizás es el top1), porque tenía en el mismo lugar a una banda que me encantaba, amigos que compartían el gusto y amigos que me querían tanto que fueron solo por mí. Nota aparte fue la sorpresa post tocata que me tenían mis amigos con cotillón incluido y que nos costó casi la expulsión de Loreto porque dejamos todo el sector de guardarropía lleno de challa. Cosas que pasan.

Niño Cohete fue parte del soundtrack del año que recién pasó, acompañando viajes y otros gratos momentos con amigos, pero también acompañando tardes de bici e incluso momentos en la cocina en que la voz de Pablo y los acordes de Mato amenizaban el ambiente mientras preparaba algo rico o lavaba la loza. Qué ganas de haber conocido antes a Niño Cohete, qué ganas de haber conocido la banda cuando viajé a Puerto Varas o cuando estuve en Punta Arenas. Qué ganas de verlos más veces en vivo, a cambio de todos esos años de tocatas que me perdí.

Le deseo lo mejor a cada miembro de la banda y no queda más que agradecer por su entrega, por su cercanía, y por su música.

Ya quisiera yo tener una máquina del tiempo…

SI TE GUSTÓ ESTE CONTENIDO, COMPARTE:

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *