Con el tiempo, entendí que Los Bunkers le cantan principalmente a los afectos rotos. ¡Ay, el desamor! Una ebullición de otros tantos desahogos que se sienten latentes en: “No Me Hables De Sufrir”, “Las Cosas Que Cambié Y Dejé Por Ti”, “Si estás pensando mal de mí” y “Canción Para Mañana”. Qué bueno que las interpretaron todas. Alrededor de tres horas de despliegue artístico, bastaron para saciar a mi adolescente interna. Incluso, alcanzó para mi joven adulta.
Miro a mi alrededor y me encuentro con por lo menos cuatro mujeres en mi situación. Nos habíamos agrupado una junto a la otra casi de manera instintiva. A mi lado derecho, una hilera de parlantes que lleva el sonido hasta el último confín del Santa Laura. Evidenciando los riffs en forma de puñal auditivo para quienes estamos cerca. A mi izquierda, el público de cancha moviéndose como polillas hacia la luz en búsqueda de la banda. Somos 34.000 personas.
El grito de júbilo que sale por mi boca, entona tímidamente la canción que abre los fuegos la noche del sábado 11 de marzo de 2023: “Miéntele”. Instancia a la que llegué, por primera vez, como periodista. Una pulsera roja me identificó con letras blancas como “PRENSA” y, con ella puesta en la muñeca izquierda, pude transitar por los alrededores del escenario antes del show, para luego ubicarme a inicios de la localidad cancha.
Tras un par de canciones, el conjunto nos sorprende con un nuevo lanzamiento. El single se llama “Rey” y, en palabras de Los Bunkers, se refiere a “los cambios de estructuras, mentales, sociales, de cómo las nuevas generaciones tienen el derecho y el deber de ser fieles a sí mismos, a sentirse orgullosos de su propia identidad, con todos los matices que ello puede tener y a no seguir viejos convencionalismos o viejas ataduras”.
Me gusta la exclusiva y el mensaje que transmite. También el video que da cuenta del increíble trabajo realizado en el Parque Cultural de Valparaíso, bajo la dirección de Cami Grandi.
La música me hace viajar a finales del 2019, cuando participé de la inédita reunión de la banda en los albores de lo que creía una revolución social. Justo en el punto neurálgico de Santiago. Donde terminé encaramada en el paradero de micro de la intersección Parque Bustamante con Avenida Providencia.
La multitudinaria asistencia daba cuenta del descontento generalizado y, a la vez, nos susurraba una potencial ilusión. Algo así como un destello en medio del caos y la inestabilidad. Era el retorno fugaz de Los Bunkers tras su última presentación en el festival Vive Latino en Ciudad de México (2014). Congregarnos en esa instancia suponía entonces una excepcional posibilidad de disfrute y trazaba en el porvenir una añorada colectividad.
¿Por qué estamos acá? ¿Somos l@s mism@s de la otra vez? ¿Creemos en el potencial creativo del sonido? ¿Puede la música clavarle la daga al sistema?
Me cuestiono mientras tomo bebida en el vaso que acabo de comprar con motivo de la gira “Ven Aquí”. Merchandising necesario para no olvidar, pensé. Caigo en cuenta que la extraña sensación de soledad me enfrenta inevitablemente con una realidad reflexiva: comparo mi experiencia pasada y la actual.
Le sigo dando la oportunidad al presente de sorprenderme. Aún después de los acontecimientos sociopolíticos que han dejado en mí una huella media sociopática de desconfianza y decepción. Nuevamente, las consignas de verdad, justicia y reparación serán accionadas en la medida de lo posible. A razón de esto, me esfuerzo por generar simbiosis con el entorno.
Estoy ante una banda que ha declarado sus convicciones, y que sigue siendo aplaudida por miles de desconocidos que, al cabo de unas horas, vitorean “Miño” con gran afán. Canción que se refiere a la muerte de Eduardo Miño, quien se quemó a lo bonzo frente a La Moneda en protesta contra la empresa Pizarreño. Sería ineludible para mí no razonar de este modo.
NO SABES QUÉ ES MORIR DESPUÉS
En mi casa no se escuchaban. Los descubrí cuando tenía 15 años. Radio Pudahuel ya no me hacía vibrar con las canciones de Cristian Castro. Necesitaba un azul más profundo, uno que me permitiera rescatar mis emociones, porque de alguna u otra manera estaban ahí. Además necesitaba apropiarme del adjetivo referencial para recordar esa época, a saber, el de la rebeldía.
Característica que francamente se contenía en mi interior. Por eso, “Ven Aquí” se presentó en esos días de adolescente, como la oportunidad de verme envuelta en ese adjetivo referencial con todas las de la ley. Cantándole a un amor inexistente quise experimentar el sufrimiento.
Por fin me sentía embriagada de un sonido insurrecto para mis oídos. Verdaderamente, poco y nada conocía del rock, pero ya me sentía distinta. Junto al éxito “Ahora Que No Estás” -del mismo álbum “Vida De Perros” (2005)– me vi irremediablemente correspondida de Los Bunkers.
De la misma forma, me pasó en el concierto. No sólo porque esta canción le da el nombre a la gira -lo que supone dejar las cuerdas vocales en la cancha- sino que también porque fue una de las últimas. De hecho, luego de tocar “Ven Aquí”, la banda se despidió repentinamente del Santa Laura.
Como acto de negación, mis manos se dirigen a mi cabeza. Nadie se movía de sus puestos. No creo que sea el fin, pensé. Entonces, sobrevino el ya clásico “Olé olé olé olé Bunkers, Bunkers”. Y así, después de unos minutos de suspenso, volvieron a escena para cantar “Entre mis brazos”. Generosamente, nos brindaban un nuevo momento para cantarle al desafecto. Pero ahora, con un estilo que los inspiró desde el comienzo, ese que siempre nos hace compararlos con “The Beatles”.
Finalmente, le tocó el turno a “Miño”. La más esperada de la noche. Miro nuevamente a mi alrededor y soy testigo de lo que genera. Pese a la ventisca otoñal, y pasadas las 23 horas, cantamos y bailamos para mantener viva la memoria. Es innegablemente transgeneracional.
Por consiguiente, tiendo a pensar que quienes estamos allí, probablemente fuimos también el viernes 13 de diciembre de 2019 a Plaza Dignidad. Es que, para quienes escuchamos Los Bunkers, su música nos presenta un instante de destello colectivo; que se escriben hoy -pero se presentará siempre- en un contexto de dimensiones políticas.
3 respuestas
Que maravilla es tener el don de escribir y que se puede ver una historia sin verla ir al pasado sin ir, eso mi querida Cony lo sabes hacer muy bien.Quisiera que esas vivencias y evocaciones al pasado no terminarán. Mis felicitaciones 👏👏👏👏👏
Una reseña directo a mi corazón adolescente. Volver a escuchar a Los Bunkers ahora de adulta genera tantos sentimientos de melancolía que son transmitidos en esta reseña. Muchas gracias por escribir tan lindo.
Gran nota, me encanta por todas las emociones que me lleva mientras leo, empujándome a conectar con ese adolescente que también escuchaba a los Bunkers y a su vez al seguir leyendo me hace perderme como si yo hubiera estado en es ese concierto tambien, cine 🚬.