Hace un tiempo que no veía a Ases Falsos, había ido a una que otra presentación de Briceño solista en las que siempre se agradece el poder corear los temas regalones de la banda, pero ya era mucho de no ver a lo demás chiquillos. Así que cuando escuché esa dulce melodía de “van a tocar los Ases en Ñuñoa, ¿vamos?”, dije que sí al tiro.
Era el esperado viernes, me desperté tarde así que agarré el primer pantalón que pillé y partí a la pega. ¡CRASO ERROR! porque últimamente no mido lo que como y al llegar al trabajo me di cuenta que los pantalones me estaban cortando la circulación de las piernas. Tuve que comprarme otro, y menos mal porque no hubiera sobrevivido todo el show metida en esa talla 34 🙁
Llegó la hora y sin tener muy claro dónde quedaba el famoso Portal Ñuñoa, atrasados como siempre tomamos un taxi pa’ llegar rápido (Transantiago te odiamos). Me carga cuando vas a un lado que no conoces muy bien y el taxista te pregunta, ¿por dónde nos vamos?, porque sólo lo hace pa’ poder cagarte. Bueno, igual nos salió poco y llegamos rapidito, así que pa’ no perder el ritmo corrimos por el mall y nos gustó ver que estaba empapelado con la info del evento ♥, entramos a la sala y nos pidieron el carnet, me da vergüenza porque en esa foto me parezco a Miss Swan.
A medida que avanzábamos sentíamos un calor que te encargo, había fila para comprar bebidas por lo que mejor me puse en plan positiva y pensé “no creo que sea tan terrible”. En eso sale un animador al escenario. ¡Pero qué carisma que tenía el tipo oye!, en un segundo nos dejó a todos gritando como los cabros chicos que iban a Cachureos.
Entre el humo y las luces tomaron posiciones los Ases Falsos, se tiraron una intro full potencia que nos tenía a todos con los ojos bien abiertos y las antenas bien paradas… en eso algo interrumpe, Martín “ojito eh lucero” del Real dice algo sobre apagones en Santiago y pa’ ponerme al día veo en Twitter gente de regiones burlándose de lo escandaloso que son los capitalinos y de la sensacionalista cobertura en las noticias por una serie de cortes de luz, yo no tenía ni idea (qué entretenido es no ver tele). Entre que se arreglaba el asunto, Briceño comenzó a cantar “Electricidad” de Lucero (muy concheptual todo).
Ahora sí, comenzó de nuevo la intro que daba pie al show más acalorado de la vida, ponte en este escenario, más de 1000 personas, no hay ventilación y todos parecían como si los tuvieran amarrados en la casa, entonces entre salto y salto a los 10 minutos ya estaba, como vulgarmente se dice, “toah sopiá”. A mi acompañante lo arrastró la ola hacia adelante y yo precavida me quedé más atrás, miré al lado y estaba Edo Bertrán, quizás no era él, pero si tú el verdadero lees esto quiero decirte que me gustaba mucho tu programa.
Entre el VENIR ES FÁCIL y el VOLVER NO TANTO, se pusieron todos a saltar y yo que soy media cuática me empecé a pasar el rollo que el concreto no iba a dar más, porque no sé ustedes pero yo sentía que el suelo se movía más que la Zapallito Italiano, así estuve en esa hasta que sonó “Nada” y ahí me dejé llevar como mojóncito en el Mapocho, llegué hasta adelante y pucha qué la pasé bien, a esa altura el estar empapada en sudor mío y ajeno me daba lo mismo.
El show prometía y todos estábamos en la misma onda. Siento que el setlist resultó re bueno y por ejemplo tocaron “Salto Alto” y “Mi Ejército” juntitas y lo agradezco ene porque son mis favoritas, esa última la canté muy fuerte (pido disculpas públicas a los que estaban delante mío porque casi les reventé el tímpano). Así siguió la dinámica, a ratos me sentía como en Mad Max cuando todos gritábamos ¡¡AGUA!!. Debo decir que en ese aspecto los más solidarios tirando agua al público fueron Martín y Simón, no estoy haciendo una acusación pero alguien fue muy mezquino.
Más adelante, Simón nos sorprendió con su versión de “Gata Fiera” como intro a “Pacífico”, juro que traté de dar lo mejor de mí pero sentía que no quedaba más H2O en mi organismo y me iba a desmayar como una niña que tuvieron que sacar un poco antes (pobrecita, se lo perdió). En eso, ya hacia el final, lanzaron unos paquetes de regalo que la gente los abría con desesperación ilusionados en que adentro habían chelas heladitas y en realidad no había NADA.
Aunque quizás lo recordaré como el día en que la vida me enseñó que debo hidratarme mucho antes de salir y que Etiquete es no es un muy buen desodorante, creo que el show estuvo bastante bueno, aunque uno jamás quede 100% conforme con la selección de los temas (eché de menos “Cae la cortina” ); Al parecer no hubo ningún momento en que la gente dejara de disfrutar, creo que el esfuerzo valió la pena, tanto de nosotros como de la banda que también pasó mucho calor, si no pregúntenle a Briceño que terminó con una magistral chasquilla emo.
Al salir me sentí tan marginal, los de más atrás estaban tan dignos y yo parecía recién salida de una pileta de Plaza de Armas, además bajamos por las escaleras de emergencia que no conducían a nada y nos obligaron a caminar más de lo debido, pero filo porque nos premiamos con unas bebidas y un completos, y como dijo por ahí la Fruti “después de bajar tantas calorías fue un bajón sin culpa”.
Por lo que supe por ahí es el primer evento masivo que se realiza en ese lugar, desde ahora en adelante supongo que pondrán ventilación hasta en el suelo, si no ¡no te visito nunca más!
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(Texto por Murielyn / Fotos por Tillo).
