Es viernes por la noche y eso hay que celebrarlo. Qué mejor que con música en vivo. Esta vez, se presenta Portugal en la SCD Bellavista y no los veo desde el año pasado en esa misma sala. La ecuación es casi la misma: una larga fila para entrar, una vez adentro están todos los asientos ocupados (incluso gente sentada en el suelo). El caballero simpaticón de la SCD trae unos pisitos extra, pero esta vez preferimos quedarnos parados. Se apagan los focos y aparecen los 6 integrantes de Portugal en el escenario. Los aplausos son inmediatos. La banda dueña de ese tremendo disco debut “Viajes de Memoria” (2011) debe ser uno de los grupos actuales más elogiados por la prensa especializada y por un fiel público seguidor, representado hoy por todas las butacas ocupadas esta noche (cuántas serán? 100?)
Partimos bien arriba con “Imagen Recurrente de un árbol que se hizo leña”. Las dos guitarras de palo presentes en escena hacen alianza entre sí. El galope de sus rasgueos llevan la energía junto a las percusiones.
La guitarra eléctrica se hace escuchar pero no como yo quisiera. No sé si es maña mía o qué, pero necesito oír con claridad los instrumentos cuando se asoman en las canciones y hoy parece que la ecualización no es la mejor.
“Sunreir” sigue en la lista. El público escucha atento. La luz, casi todo el tiempo, es escasa y se centra en la figura de Mariano Hérnandez, el frontman de la banda. “La Casa viste negro” suena junto a la canción que da nombre al segundo disco de Portugal, “Kaipaan Sinua”.
Ahora, una para corear “Lo que el pez me contó”. Le lleva versión 2.0 bastante buena te diré. Desde el fondo de la sala le veo los rostros a la gente y puedo distinguir cómo cantan y miran el resultado de sus fotografías en sus celulares. Me distraigo un rato en eso, mientras ahora suena “En Este Año”.
Todavía no aparece la guitarra eléctrica de Felipe Castro que se ve muy resfriado. Me dan ganas de gritarle al sonidista “amigo dele un poco de guataje al cabro po!”.
Continúa el setlist con “Signos y Síntomas”, “Dulce” (que abre el segundo disco), “Sarta” y “Señor del viaje veterano”. Los suspiros son automáticos cuando empiezan a sonar los primeros acordes de “Nuestro Momento”, una de las canciones más lindas de los últimos tiempos (piropos extras para el tremendo videoclip que se gasta).
“Mis celestes que no ven” es la penúltima canción. La elegida para cerrar es “Receta de domingo” que lleva de la calma a la catarsis y a la despedida de Portugal en un fin de presentación sin bis que deja con ganas de una más pero no, no hay más.
El final es como de película media independiente con finales abiertos. De hecho, apareció música envasada y se prendieron las luces (como en el cine cachai). Habrá que esperar la secuela en algún otro show de los chiquillos.
(fotos por Murielyn, textos por Tillo)
