(Texto por Catalina Paz).
Recuerdo que cuando era pequeña, una de las cosas que captaba de inmediato mi atención a la hora de intrusear los cassettes y discos que poco a poco juntaban mis papás, eran sus diseños. Sobre todo las portadas. Y desde ese elemento pensado como el más exterior de todos en relación al arte de una producción musical, terminaba revisando los “blooklets”, mirando las fotos de los artistas y/o leyendo las letras que pucha que era bacán que vinieran incluidas.
El arte gráfico en la esfera musical, se ha posicionado como un elemento incondicional, ambos han avanzado sorteando los desafíos y vicisitudes que el tiempo ha impuesto. Porque entre la era del cassette compacto y la nuestra muchas cosas han cambiado. Menos mal que dicha relación ha sabido batallar para mantener un lugar en nuestra cultura, en nuestras vidas.

Los Prisioneros – Corazones (edición 1990-95)
Diseño portada por Vicente Vargas y Fotografía por Alejandro Barruel
“Cualquier mancha roja en camisa blanca es el Corazones para mí” (Cata)
¿Por qué ambos campos van tan de la mano?
Quizás porque desde mi punto de vista, son lenguajes que se complementan. Ambos se aportan y enriquecen mutuamente. Pensaba que muchos diseñadores deben poner de fondo música a la hora de trabajar, y obtener de ella, una experiencia rica que les ayuda o los incentiva a crear; así uno puede pensar que para días nostálgicos habrán ciertas melodías, y para días animosos otras. Recuerdo alguna vez haber ido a una exposición donde utilizaban música experimental de fondo, fue bacán. Hizo que me involucrara de forma súper distinta con las pinturas y maquetas ahí repartidas. Por su parte los músicos también deben realizar profundos estudios visuales aunque estos sean los más “amateurs” del mundo, para encontrar la forma de completar sus proyectos. Más aún si pensamos que el arte ligada a la producción musical, no es sólo la portada de un disco, sino la totalidad de lo que el músico quiere representar, quiere alcanzar por medio de su voz, melodías e instrumentalidad.
Otra cuestión curiosa es que ambos campos comparten varios conceptos a la hora de ser hablados y/o de poner en palabras lo que realizan. Tono, ritmo, armonía, intensidad, repetición, por mencionar algunos. Deben haber diferencias técnicas que yo no comprendo, pero llama la atención esta proximidad terminológica que apunta a dimensiones claves respecto al trabajo que llevan a cabo.
Un eje que ambos comparten también -y probablemente sin duda alguna-, es el proceso creador por el que transitan. Dicho proceso, tiene que ver con todos los movimientos íntimos, las sensaciones y remembranzas que se ponen en juego al componer. Una búsqueda que confronta al creador con cuestiones profundas de su ser, que lo atraviesan y se traducen en distintos detalles de su obra. Independiente de la vertiente estética a la que se aspire, ya sea para alcanzar lo bello o para abrir un espacio a lo enigmático, o lo caótico, la subjetividad se pone a trabajar, y se deja trabajar por el resultado final. Porque demás que una canción escuchada tiempo después puede significar y provocar una reacción terrible diferente a la que le dio vida, invitando a preguntarse y experimentar un montón de cosas nuevas.
El público, la audiencia, el espectador: un horizonte al que ambos campos aspiran aunque no sea para todos un objetivo central. Quizás para algunos la esencia está en lo creacional, independiente de su valoración y/o recibimiento. Sin embargo aparece, tarde o temprano, esta idea del rapport en torno a otro que presencia.
Ahora bien, ya mencionados algunos aspectos que en mi impresión han permitido el sostenimiento de esta relación en el tiempo, me surge la pregunta sobre la situación actual y cómo esta última influye en dicho vínculo. Porque como señalaba al comienzo, estamos en un momento marcado por nuevas y avanzadas tecnologías que atraviesan la cotidianeidad y las relaciones.

Marcel Duchamp – Contra Nosotros Mismos (2006)
Diseño portada por Jko Contreras
“¿En qué farmacia venden las pastillas Marcel Duchamp 20 mg?” (Jaque)
La era de la digitalización ¿qué ha permitido, qué ha obstaculizado?
Partiré por lo ventajoso. El acceso que tenemos en la actualidad es tal, que podemos aspirar a una cantidad de música mucho mayor, la escuchamos en computadoras, celulares y reproductores portátiles. Las tiendas online y el streaming siguen creciendo como medios de obtención y promoción. De esta forma, la experiencia musical cruza fronteras de manera instantánea, efectiva y multi haciendo posible que muchas más personas se empapen de ella.
Pero lo anterior acarrea una contraparte: el distanciamiento de lo físico. Lo análogo pierde territorio, y junto con ello, estos dos campos que se esfuerzan por transmitir un concepto, sentido y/o emoción, quedan encriptados en el conformismo de lo digital. Porque si algo malo tienen los mundos digitales, es que descomprometen la acción, implantan un modelo facilista y a veces superfluo de relaciones con los objetos y las personas. Los aspectos tradicionales quedan así desplazados. Me ha pasado, conversando con amigos y/o personas en tocatas, que a veces nos cuesta recordar la portada de un álbum, o no tenemos idea cómo es el resto del diseño que completa dicho trabajo. Es como cuando agrego música que quiero conocer, porque hay tanta, y no saco el celular para ver el nombre del tema pero en una tocata lo escucho y sé cuál es.
Lo digital anima a que muchos se atrevan a experimentar sonidos nuevos, sin la necesidad de tener que pillarlos en la radio de casualidad, o porque les recomendaron-vieron por ahí un disco al que no pueden acceder momentáneamente. En ese sentido homologa las posibilidades de acercarse a la música. Empero, anula la posibilidad de establecer un vínculo sensible con lo que se adquiere y ahí es donde lo gráfico pierde potencialidad. Porque no es lo mismo poder palpar un disco, abrirlo con las propias manos, seleccionar su sitio en el hogar para dejarlo, reproducirlo directamente que apretar play en “x” plataforma virtual.
Por otro lado lo digital, no obstante su calidad la mayor parte del tiempo inferior a la de un CD o Vinilo, puede conservarse en ese mundo extravagante de lo computacional. No corre el riesgo de deterioro como sí un contenido editado en físico. Pero de todas formas, abre la pregunta por la finitud: “¿Hasta cuándo?”; porque claro… no lo sabemos.
Víctor Jara – Pongo en tus manos abiertas (edición 1969-70)
Diseño artístico por Toño Larrea
“Porque no hay nada más triste y bonito que las manos trabajadoras, las mismas que tuvo Víctor” (Jaque)
En resumen: es un contexto de doble filo. Yo creo, o más que eso, mi posición es la de apoyar, si existe el interés y las posibilidades, la edición física del material musical; porque apunta a una reivindicación sensible con el objeto que adquirimos y prefiero impulsar este tipo de iniciativas que una que tiende a borrar o invisibilizar lo dérmico del esfuerzo puesto en cada proyecto musical. No sólo en torno a los discos, sino también al arte visual creativa que muchos utilizan para apoyar estos proyectos. Stickers, fanzines, fotografías por ejemplo. Queda así más clara esta conexión íntima entre muchos creadores del ámbito gráfico-visual y el musical. Me resulta motivante y esperanzador ver a bandas que se esfuerzan por diversificar, a la vez que se reposiciona, este nicho, sacando ediciones en cassettes, de tres-cuatro lucas para quienes valoran este tipo de trabajos y no tienen acceso económico a los vinilos, revividos a propósito del apogeo comercial de lo vintage (y pucha, son bonitos, suenan la raja pero son terrible caros pa’ algunos como yo, que se esfuerzan caleta por ir juntando poco a poco sus discos preferidos).
Nosotros hemos querido darle un espacio a este tema con tal de marcar la complicidad existente entre estos dos campos artísticos, que han ido adaptándose a las nuevas exigencias pero con esa nostalgia siempre presente que moviliza la conservación de lo más de antaño; relación que como dirían por ahí, ha aprendido un bonito arte de saber sobrevivir (♪).
Para que esto no quede sólo en un empujón inicial, estaremos compartiendo con ustedes algunas entrevistas a músicos y diseñadores para poder conocer más, desde variados puntos de vista y experiencias. Puedes revisar acá lo que nos contó Marcelo Parra de Delatores. Ah! entendemos que el arte no siempre se cierra en estos tres elementos que hemos adjuntado acá (portada, disco, contraportada) y por lo mismo esperamos en un futuro hacer una nota donde adentrarnos mejor en estos aspectos, y donde considerar otras apuestas igual de interesantes y bellas.