(Fotografía por Jaime Valenzuela / Texto por Catalina Paz).
Aún no superamos la noticia que a principios de año anunció el receso indefinido de Niño Cohete. Por esta razón, hemos construido la siguiente nota a modo de homenaje y agradecimiento por todo lo vivido junto a ellos estos seis años:
1.- La infancia.
Su primer disco y EP homónimo (2012) puede ser una oda casi completa a esta etapa de la vida. Por ejemplo, las zapatillas con luces de color fueron una moda noventera que muchos deben recordar, y sin intención de faltar el respeto, que nada tienen que ver con las plataformas LED de nuestros días (“La Pandilla”). “Los Alemanes” parece el retrato de un parque de juegos rústicos lleno de risas y rodillas peladas, los animales de fierro-madera-etc. haciendo volar la imaginación, que ayuda sobre todo en este tramo vital a faltarle el respeto a la realidad y su persecución. Y algo similar a esto último, puede hallarse quizás en la canción que los nombra: “Niño Cohete”. Aves de Chile (2013) llegó para resaltar aún más este aspecto, sobre todo lo relacionado a la posibilidad de jugar (que dicen se va perdiendo con los años). “El Bosque” en vivo, por ejemplo, extiende esa invitación; y es bonito ver a gente ‘grande’ entusiasmarse y emocionarse con alusiones a una búsqueda del tesoro que más de alguno, alguna vez, puso en marcha en esos años. “Monstruo” (¿quién no tuvo un monstruo favorito?), “La Fábula”, “El escondite” y “Cazando lagartijas” también abren paso al universo lúdico de Niño Cohete en el que todos pueden, al menos por un ratito, dejar de ser lo que no quieren.
2.- La naturaleza.
La mayoría de las canciones de Niño Cohete implica recorrer paisajes que los capitalinos, sobre todo, deben ansiar y fantasear. “Osos y Cazadores” instala la ilusión de la casa propia perdida entre lagos, bosques y animales, donde estos últimos motivan la reflexión principal: elige bien entre presas y depredadores. En otras palabras, elige si aliarte con la naturaleza o perseguirla. Mención honrosa a “Monstruo” que, al mismo tiempo que evoca un osado juego infantil sobre cazar una criatura probablemente grande y peligrosa, muestra el arrepentimiento y las ganas de dejarlo ser/vivir (aunque sea un ‘monstruo’). ¿Podrá tener que ver también con la caza de animales, marinos en particular, donde el ser humano tortura y ataca sin piedad? ¿Quién ocupa el lugar de monstruo terrorífico en ese caso? Y aparece “lo monstruoso” para pensar, como en esta película famosilla de Spike Jonze (¡recomendada oigan!). En fin, el bosque, la hierba de San Juan, los volcanes, ríos, fiordos, las estrellas, los caminos de tierra, los pájaros rojos y las lagartijas, entre tantos más.
3.- El Sur de Chile.
Sin duda, la temática que atraviesa toda la discografía de Niño Cohete es ésta. Partiendo por las dos canciones que llevan nombres de ciududades penquistas, “Lanalhue” y “Rengo”. “Puerto Tranquilo”, transporta a un paisaje frío, donde las Salamandras entibian el hogar y la lluvia eterniza la nostalgia y la contemplación (al margen: ¿por qué cocinar un calcetín?); típico retrato del Sur de Chile que algunos programas de TV dicen admirar y valorar tanto. Si bien como ya se mencionaba, en todos los discos encontramos esta huella, La Era del Sur (2015) la hace estallar. “Cuando los ríos canten bajando el Pacífico y el cóndor vuele alto por el viento del Sur” y la cordillera, y las auroras boreales de “Amuleto” ¿Qué más fidedigno? Nuestra opinión, es que no hay ninguna banda nacional que logre esta conexión, haciendo que calce perfectamente con su línea más indie y folk. Si alguien se ha sentido en casa yendo de paseo a ciudades del Sur, y ha llegado con el corazón contento luego de poquitos días, entonces habla el mismo idioma que Niño Cohete.
4.- La amistad y el amor (¿acaso pueden separarse? chan).
Todo el homónimo, “La muerte”, “Cazando lagartijas”, “Osos y Cazadores”, “Sigamos los caminos”, son cien representativas de este tópico. Quizás los primeros dos discos, se dirigen al elemento más distendido y lúdico de la amistad: juegos en grupo, visitas al hogar, salidas de paseo que hacen querer no volver jamás. Todas esas cosas para vivir con los amigos y/o familiares amigos, y/o compañeros amigos. La Era del Sur (2015), pareciera traer una dramatización más cercana al amor de pingüinos. “Pájaros Rojos”, “Continente”, “Amuleto”, “De donde soy” y muchas más hacen pensar en lazos/vínculos de esos que no abandonan y son únicos e irrepetibles. Sin duda alguna, se entremezclan ambos elementos y quizás la idea no es buscarlos por separado, porque no siempre es posible ¿o sí?
5.- La nostalgia.
“Máquina del Tiempo”, como su nombre simboliza, puede ser la nostalgia del pasado PASADO. De muchos años entre dichos recuerdos y la actualidad. Ese sentimiento de querer volver pero no poder hacer nada, “qué puedo hacer” canta Pablo erizando los pelos de varios. “Soplando un nintendo para saber si todo lo que viviste un día va a volver” dice la letra de “Rengo”. La Era del Sur (2015), por el contrario, propone un echar de menos más próximo, como tener que viajar por una temporada y dejar el hogar, la familia, el amor/los amores, los amigos. La necesidad de llevárselos consigo para que la nostalgia no se transforme en puro dolor. Y que los “Pájaros Rojos” anuncien y hagan valer el afecto a pesar de la distancia. La nostalgia se bifurca entonces entre las ganas de devolverse a la infancia y al hogar actual, con su gente actual.
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El equipo del DiariodeAnaFunk le agradece a Niño Cohete por su música, y les desea a cada uno mucha suerte en los caminos que decidan tomar 💓





Una respuesta
Gracias Niño Cohete por compartir tan hemosa música, por abrir uma ventana nostálgica a esos tesoros de la niñez que son parte de nosotros. Me quedé con ganas de verlos en México… hubiera cantado sus canciones hasta quedar sin voz… ojalá en alguna ocasión nos visiten, al menos para saber “si todo lo que viviste un día va a volver…”